martes, 2 de octubre de 2018

LAS ISOFLAVONAS: ALGO MÁS QUE SUSTANCIAS NUTRITIVAS


Las isoflavonas son estrógenos naturales que se encuentran principalmente en la soya y su capacidad terapéutica es mayor que la de que otras sustancias fitoestrogénicas como los lignanos (presentes en lentejas, garbanzos, trigo y lino) o los cumestanos (que forman parte de trébol, alfalfa y col).

Destacando entre ellas tres: la genisteína, la daidzeína -las más abundantes e interesantes desde el punto de vista terapéutico- y la gliciteína.

Se estima que en 100 gramos de soya se pueden encontrar unos 300 miligramos de estas isoflavonas.

En su forma natural las isoflavonas son biológicamente inactivas pero tras su ingesta las bacterias de la flora intestinal actúan sobre ellas rompiendo o hidrolizando su estructura.

Una vez transformadas por el intestino las isoflavonas se fijan en los receptores hormonales y comienzan su actividad terapéutica.

Eso sí, hay que tener en cuenta que estas sustancias manifiestan una vida media de siete u ocho horas en el plasma sanguíneo después de las cuales son excretadas por el organismo y por eso para poder beneficiarse de sus propiedades se recomienda ingerirlas en dos dosis diarias.

PROPIEDADES TERAPÉUTICAS

Los numerosos estudios llevados a cabo en todo el mundo demuestran que el consumo habitual de isoflavonas reporta numerosos beneficios.

Entre ellos destacan:

  • La disminución de la intensidad de los efectos asociados a la menopausia como sofocos, calores nocturnos, sequedad vaginal, irritabilidad, ansiedad, fatiga, etc. Tal es su efectividad en este ámbito que la palabra "sofoco" no tiene una traducción precisa al japonés.
  • Mejoran la estructura ósea por lo que reducen el riesgo de fracturas y previenen la aparición de osteoporosis.
  • Disminuyen el riesgo cardiovascular al prevenir la formación de ateromas y reducir el nivel de colesterol malo aumentando el del bueno.
  • Tiene propiedades antitumorales, especialmente en los casos de cánceres hormono-dependientes como el de mama o próstata.
  • Son potentes antioxidantes -especialmente la genisteína- que captan los radicales libres e impiden que deterioren el organismo.
  • La presencia de isoflavonas en el cuerpo activa la función inmunitaria y refuerza la actividad de macrófagos y glóbulos blancos.
  • Se ha comprobado que tienen cierta capacidad antivírica, antiinflamatoria y antibiótica. Y,
  • Estimulan la renovación celular y reducen la degradación de la estructura de los tejidos de sostén.


ISOFLAVONAS, MENOPAUSIA Y OSTEOPOROSIS

Además del sofoco, el insomnio, la irritabilidad y los sudores propios de la menopausia la disminución de los niveles de estrógenos en el cuerpo de la mujer acelera la pérdida de la densidad de los huesos y puede dar lugar a la temida osteoporosis.

Pues bien, varios estudios epidemiológicos han demostrado que la mujer asiática presenta un menor índice de osteoporosis que la europea.

Ya intuitivamente la diferencia se achacaba al mayor consumo de soya por parte de las primeras algo que posteriormente la ciencia probó constatando que el aporte diario de isoflavonas reduce la pérdida de densidad ósea debida a deficiencias hormonales.

E igualmente corroboró que los fitoestrógenos de las isoflavonas son beneficiosos para el hombre ya que disminuyen el riesgo de desarrollar cáncer de próstata y previenen algunos factores relacionados con el riesgo cardiovascular.

Estas acciones serían especialmente relevantes en la etapa de la andropausia en que la disminución de los andrógenos bioactivos está asociada a cambios en el sistema endocrino que repercuten negativamente en el sistema cardiovascular.





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