A veces, para perder peso, no es necesario seguir dietas de hambre.
Vamos a ver doce errores comunes que, aunque normalmente los conocemos, con frecuencia no nos damos mucha cuenta de que los estamos cometiendo y, por ello, no nos corregimos.
El hecho de verlos escritos y ser plenamente conscientes de ellos puede hacer que los eliminemos de nuestras rutinas y, así, perder poco a poco un peso que puede terminar siendo importante. Y, además, con poco esfuerzo.
Sin pretender ser exhaustivos, traemos hoy a doce de los errores más comunes, a veces imperceptibles pero importantes, que nos pueden impedir tener un peso más saludable.
El efecto acumulado de evitar todos ellos puede hacer que perdamos una buena cantidad de kilos.
1) Moverse poco. No se trata de machacarse en el gimnasio. Costumbres como dar un pequeño paseo todos los días, ir al trabajo andando (o, si está muy lejos, bajarse una o dos paradas antes), aficionarse a algún deporte o subir las escaleras andando en lugar de coger el ascensor puede hacer que perdamos cada día unos gramos y, sobre todo, que mejore nuestra salud.
2) Pensar en dietas milagro. Está más que demostrado que, aunque puedan tener un arranque espectacular, a medio y largo plazo no funcionan. Y no solo eso: suele darse el efecto "rebote" y pueden dañarnos gravemente la salud.
3) Tener cosas para picar demasiado accesibles. Costumbres como tener una tableta de chocolate empezada en un armario de mucho uso y bien a la vista, coger un cuenco de snacks cada vez que nos sentamos a ver la televisión, tener un bote de caramelos sobre la mesita de la sala o sacar un plato de quesos para picar antes o después de las comidas son costumbres que nos harán comer de más sin necesidad, aunque no tengamos hambre. Por eso, son costumbres a evitar.
4) No dormir lo necesario. Diversos estudios han demostrado que dormir demasiado poco desencadena determinados procesos biológicos que llevan a engordar. Es difícil dar un número de horas ideal de sueño al día, ya que varía de una persona a otra, y con la edad. Lo mejor es escuchar a nuestro cuerpo.
5) Utilizar excesiva grasa, que tiene gran cantidad de calorías. Pequeños trucos como utilizar el horno en lugar de la freidora, sartenes antiadherentes (que necesitan menos aceite), consumir carnes poco grasas o evitar ciertos platos muy calóricos nos pueden ayudar. Aquí, contar con un buen libro de recetas ligeras es fundamental.
6) Saltarse comidas o el desayuno. Contra lo que mucha gente cree, e incluso parece dictar la lógica, multitud de estudios han demostrado que no solo no se adelgaza con ello, sino que se coge peso de más. Lo ideal es hacer cinco comidas al día, espaciadas de forma regular y de manera que ninguna de ellas sea demasiado copiosa ni demasiado escasa.
7) No tener en cuenta las calorías que proporcionan los líquidos. Muchos solo las ven en los platos, pero los vasos (leche, zumos, alcohol y, sobre todo, refrescos) también las contienen. No se trata de tomar solo agua, aunque sería lo ideal, sino de consumir líquidos calóricos con menos frecuencia y, sobre todo, de ser conscientes de que también engordan.
8) Esconder la fruta. Es una comida muy saludable, poco calórica y de consumo por impulso, pero si la dejamos oculta la comeremos menos. Una manzana puede suplir a una onza de chocolate, y es bastante más saludable. Lo mismo puede decirse de ciertas verduras.
9) Dejar accesible la comida que ha sobrado, con lo que se incentiva servirse una ración adicional al terminar. A veces, con el pretexto de "para que no sobre, que luego se acaba tirando". Lo peor es llevar la cazuela a la mesa; lo ideal, guardar lo que ha sobrado en un taper y meterlo en la nevera antes de ponerse a comer. Y una solución intermedia, dejar la cazuela en la cocina, por si alguien quiere más. Lo más cómodo es, a veces, lo más engordante.
10) Distraerse mientras se come. Está comprobado que si vemos la televisión o leemos el periódico mientras comemos no nos metalizaremos adecuadamente de que lo estamos haciendo y sentiremos menos saciedad. Por tanto, comeremos más. Algo parecido es comer directamente del paquete, (por ejemplo, de patatas fritas), ya que no nos mentalizamos correctamente de la cantidad que estamos comiendo. Mejor, pongámosle en un cuenco, cerremos el paquete y devolvámosle a la cocina.
11) Ceder a ciertas presiones, como invitaciones a comer de más en determinadas celebraciones ("¡venga, mujer, que un día es un día!"), comer cosas poco saludables, beber en exceso, etcétera. A veces, las presiones, que suelen venir de seres queridos, pueden hacerse insoportables.
12) Exigir resultados excesivos como resultado de nuestros esfuerzos ante un determinado cambio de costumbres. Y nos referimos, tanto a esperar resultados demasiado inmediatos como demasiado cuantiosos. No hay que olvidar que adelgazar tres o cuatro kilos ya es un resultado estimable desde el punto de vista de la salud. Esperar demasiado nos puede llevar a la frustración y, con ella, al abandono de esas costumbres tan recomendables.
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