Ya pasó el tiempo en que se consideraba que la grasa abdominal no era más que una acúmulo de materia inerte cuyo único inconveniente era la estética.
Ahora se sabe que, a diferencia de la subcutánea, es metabólicamente activa, libera sustancias perniciosas en el torrente sanguíneo y puede ser uno de los grandes enemigos de la salud: entre otros, puede ocasionar problemas circulatorios, hígado graso, diabetes tipo 2 y, en los hombres, hasta impotencia.
Para conocer a este enemigo, lo primero que hay que saber es que es mucho más frecuente y abundante en el hombre que en la mujer.
En ella, predomina la grasa subcutánea en caderas, brazos, muslos y glúteos. Este tipo de grasa, cuestiones estéticas aparte, no resulta perjudicial par la salud.
Sin embargo, que predomine en las mujeres la subcutánea no quiere decir que ellas no puedan tener grasa abdominal y, en ese caso, resulta tan perjudicial como en los hombres.
También conviene saber que la grasa abdominal se elimina al principio con cierta facilidad, ya que suele ser la que primero se pierde. Sin embargo, cuanto más tiempo pase una persona con la grasa en la cintura, más costará luego desprenderse de ella.
Hasta tal punto es pernicioso este tipo de grasa, que se está convirtiendo cada vez más en un indicador de salud de mejor calidad que el peso o el IMC (Índice de Masa Corporal).
Los expertos consideran que el perímetro de cintura no debe rebasar los 88 centímetros en las mujeres y 102 en los hombres.
Numerosos estudios indican que superar estos límites supone un riesgo sustancialmente mayor de sufrir enfermedades cardiovasculares o diabetes tipo 2, además de un aumento de riesgo de mortalidad de un 20% respecto a las personas que no superan los límites mencionados.
Y, por supuesto, cuanto más superemos ese perímetro máximo, tanto mayor será el riesgo.
Pero esta asociación perniciosa entre grasa abdominal y diabetes tipo 2 se da también en sentido inverso, ya que a aquellas personas que padecen la enfermedad les cuesta mucho más reducir la grasa de la cintura.
En efecto, un estudio en el que se midió la pérdida de grasa abdominal en un grupo de voluntarios determinó que, a igualdad de ejercicio físico realizado, aquellos que no sufrían diabetes perdían un 13% de su grasa abdominal, frente a un exiguo 4% de los que la sufrían.
Por lo anterior, es muy conveniente no permitir que la grasa abdominal nos lleve a la diabetes, pues una vez que hayamos caído en ella será mucho más difícil salir del círculo vicioso que hemos comentado más arriba.
Por último, y por si todo lo anterior fuera poco, hay que decir que una acumulación excesiva de grasa en la barriga puede llevar, en el hombre, a una reducción de la libido.
Y, en el caso de sufrir diabetes tipo 2, conviene saber que una de las secuelas de esta enfermedad puede ser la disfunción eréctil, que puede terminar apareciendo en un porcentaje de diabéticos que oscila entre el 30 y el 50%.
El lector estará probablemente de acuerdo en que conviene mantener a este enemigo a raya.
Con voluntad, cambio de hábitos en alimentación y algo de ejercicio físico, normalmente puede conseguirse.
Cómo perder grasa abdominal
Para bajar la panza, intenta lo siguiente:
- Realiza ejercicio aeróbico al menos dos veces por semana
- Realiza ejercicio anaeróbico al menos dos veces por semana
- Realiza una dieta basada en plantas: fuerte en frutas y verduras.
- Limita la cantidad de grasa y alimentos procesados que ingieres
- Limita tus porciones a tamaños razonables
- Evita las bebidas azucaradas
- Toma más agua para mantenerte hidratado
Sigue una dieta balanceada y saludable para cambiar tu metabolismo y comenzar a quemar grasa abdominal.
Acompaña la dieta con ejercicio y verás cómo, al poco tiempo, tu cuerpo irá cambiando.
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