jueves, 15 de noviembre de 2012

La paradoja del azúcar


Cuantos más hidratos de carbono sean ingeridos, tanto mayor será el exceso de insulina y, paradójicamente, menores los volúmenes de glucosa disponibles en la sangre para producir energía.

A este fenómeno se le conoce como “paradoja del azúcar” o como hipoglucemia reactiva (El siguiente artículo estará destinado a abordar a profundidad el tópico de la hipoglucemia reactiva).

Por ejemplo, en los estudios que hemos mencionado, la mayor cantidad de azúcar fue liberada durante la digestión del desayuno que incluía harina de avena.

Cuando a diario se consumen comidas con elevado contenido de carbohidratos, el páncreas se torna excesivamente eficiente, hipersensible o fácil de disparar, lo cual hace que con demasiada facilidad y velocidad se secreten excesivas cantidades de insulina.

Las personas que acostumbran a consumir elevadas cantidades de carbohidratos y que convierten a su páncreas en excesivamente sensible a los mismos, se producen a menudo a sí mismos un choque insulínico similar al observado en pacientes diabéticos después de haberse administrado un exceso de insulina.

Esto lo observaron y lo confirmaron especialistas en diabetes que identificaron síntomas de choque insulínico entre sus pacientes no diabéticos.

Puesto que la dieta moderna consiste en su mayor parte en hidratos de carbono, probablemente el choque insulínico autoinducido por la dieta, sea mucho más frecuente de lo que se acepta y se cree.

Puede producirse un síndrome similar al del choque insulínico mediante cualquier factor que haga caer la glucosa sanguínea por debajo de lo normal, como ejecutar ejercicio intenso y prolongado sin haber consumido alimento alguno.

Las células no pueden conservar más que una pequeña cantidad de glucosa almacenada como glucógeno (alrededor de 400 gramos en toda la musculatura y de 200 gramos en el hígado, en un hombre promedio de 70 kilogramos de peso corporal), cualquier cantidad sobrante será transformada en grasa.

Después de terminada la digestión, la única fuente de glucosa, es empero, el glucógeno almacenado, que vuelve a descomponerse en glucosa, azúcar que se consume muy aprisa, en especial si se hacen intensos esfuerzos físicos o mentales o si se encuentra uno sometido a una elevada carga de estrés.

En este punto de agotamiento de las reservas de glucógeno, la mayoría de las células pueden utilizar grasa (ácidos grasos) para obtener energía.

Aun cuando la combustión de la grasa puede ser un recurso útil para varios tejidos y órganos del cuerpo en un momento dado, su combustión se considera ineficiente porque dejan como residuo escorias o cenizas en forma de acetona y ácidos que en exceso pueden resultar perjudiciales, por lo que el nivel de energía decrece, mientras los ácidos entorpecen en metabolismo.

Sin embargo, las células del cerebro y el sistema nervioso, como ya comentamos, tienen forzosamente que contar con glucosa para mantenerse activas y con vida.

La corteza suprarrenal secreta entonces cortisona que si bien aumenta los volúmenes de glucosa sanguínea, lo hace a expensas de destruir células para utilizar sus proteínas en la producción de glucosa mediante un proceso denominado gluconeogénesis y restablecer así los niveles de azúcar en la sangre.

De esta manera los malos hábitos dietarios obligan al sistema nervioso central y al cerebro a convertirse en parásitos que viven a expensas de otros tejidos del cuerpo a los cuales van degradando lenta y progresivamente.

Si se permite que esta destrucción ocurra a menudo con el tiempo se irá notando al mirarse en el espejo especialmente en forma de bolsas alrededor de los ojos, tejido fláccido y fofo en el resto del cuerpo, celulitis y estrías.

Por otra parte, cuando el desayuno suministra una cantidad y proporción adecuada de proteínas, carbohidratos y grasas, la digestión se realizará a una velocidad lenta, de manera que la glucosa se irá filtrando a la sangre en cantidades moderadas produciendo una aportación continua durante varias horas.

En consecuencia, el páncreas no será sobre-estimulado y la secreción de insulina se realizará en pequeñas y dosificadas cantidades.

La glucosa sanguínea se mantendrá en rangos razonables puesto que no habrá un exceso de insulina que la saque de la sangre y la conduzca a las células con exageración.

El almacenamiento de glucógeno se realizará normal y progresivamente y la glucosa dejará de canalizarse a la formación de grasa.

La energía impulsará al cuerpo a la actividad; se producirá calor en la medida en que se requiera, o bien el sistema de enfriamiento funcionará con igual eficiencia si el clima es caluroso. 

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