miércoles, 13 de octubre de 2021

Smart food: comer de manera inteligente

 
¿Tienes poco tiempo para comer? 

En ese caso la smart food puede ser interesante. Con este método de alimentación, aumentarás la calidad de tus comidas sin invertir más tiempo en prepararlas.

La smart food es uno de los métodos de alimentación más novedosos. Se trata de un tipo de dieta que propone beneficios para la salud a medio plazo. Se basa en el consumo de productos funcionales, como batidos o barritas, para aquellos momentos en los que no tenemos opción de ingerir comidas más elaboradas.

De todos modos, para notar un efecto positivo es necesario combinar este método dietético con la práctica de ejercicio físico de forma regular. Si no se genera un estímulo en forma de actividad es posible que el organismo reduzca su eficacia metabólica.

Diferencia de la smart food frente a otros sustitutos alimenticios

El consumo de productos que sustituyen las comidas se ha planteado por primera vez hace años. Sin embargo, la mayor parte de los comestibles elaborados con este fin entraban dentro de la categoría de ultraprocesados industriales. Contaban con pocos ingredientes de calidad y con una concentración excesiva de aditivos poco saludables.

La smart food propone la creación de alimentos funcionales mediante el uso de ingredientes que han evidenciado propiedades positivas. Entre ellos se encuentran la avena, el aceite de oliva, las proteínas de guisantes, el gofio… La combinación de estos productos resulta en un comestible con buenos valores nutricionales.

Por otra parte, smart food no tiene por qué ser sinónimo de dieta hipocalórica. Es posible plantear un régimen que cubra los requerimientos diarias, tanto de energía como de nutrientes. Esto genera una buena adherencia, ya que se evita el pasar hambre entre horas.

¿Cuándo se toman los productos específicos de la smart food?

Cada persona puede elegir en qué momento del día introducir los alimentos propios de la smart food. Sin embargo, lo más habitual es su consumo en el desayuno y entre horas. Tanto la primera como la penúltima comida del día suelen ser las más conflictivas en cuanto a presencia de ultraprocesados. Dichos elementos son capaces de perjudicar a la salud, tal y como afirma un estudio publicado en la revista BMJ

La inclusión de los alimentos smart food permite mejorar el aporte nutricional y evitar el consumo de grandes cantidades de azúcare simples y de grasas trans. A medio plazo esto se traduce en una menor incidencia de la diabetes de tipo 2 y de otras patologías de carácter metabólico que condicionan la composición corporal.

No obstante, también es posible consumir esta clase de productos en la comida y en la cena, de forma complementaria a los platos elaborados o incluso en sustitución de los mismos. Esto si, en ningún caso se debe eliminar la presencia de vegetales de la dieta. Estos alimentos se caracterizan por la presencia de antioxidantes, elementos que han demostrado ser determinantes para prevenir el desarrollo de patologías complejas.

La smart food respeta el medioambiente

Otro de los beneficios de la smart food es que muchos de los alimentos de este plan de alimentación se elaboran en dosis justas para su consumo en cada momento del día. Esto hace que tiremos menos alimentos, reduciendo así la génesis de basuras y de elementos de desecho. Con esto se consigue ahorrar una gran cantidad de comestibles, lo que supone una mejora a nivel ecológico.

Incluso es posible encontrar alimentos que están preparados a partir de restos de ingredientes de buena calidad que iban a ser desechados. En ocasiones se tiran a la basura partes sabrosas y nutritivas de ciertos productos a nivel industrial. Su aprovechamiento puede resultar positivo tanto para la salud humana como para el medio ambiente.

Smart food, una nueva forma de alimentarse

Como has visto, la smart food resulta un método de alimentación novedoso que propone el consumo de snacks a lo largo del día elaborados a partir de ingredientes frescos y con elevada densidad nutricional. De todos modos, sigue siendo determinante revisar el etiquetado de estos productos para asegurarnos de que están libres de azúcares añadidos y de aditivos artificiales.

Por otra parte, la inclusión de estos comestibles en la dieta no debe suponer la reducción de la ingesta de alimentos saludables, como los vegetales. Es importante garantizar que se cubren los requerimientos proteicos diarios y que se consumen antioxidantes en cantidades suficientes.




miércoles, 23 de junio de 2021

Té o Café: ¿Cuál es más saludable?

En los últimos años, diversos estudios científicos señalan que el café – en cantidades moderadas – tiene muchas propiedades benéficas para la salud. 

Al mismo tiempo el té, milenaria infusión de Oriente muy popularizada en países occidentales, no es tan inocuo, en especial en grandes cantidades y la variedad de té negro que suele ser la más popular entre nosotros. 

Por ello, a la hora de optar por una infusión, son muchos los que se preguntan cuál de las dos es la más saludable.

A favor del café:

Del café se decía que produce efectos negativos como alteraciones en el ritmo cardíaco, manchas en los dientes e incluso que era cancerígeno. Nada de ello se comprobó, en cambio estudios le atribuyen cierta capacidad protectora frente a algunos tipos de cáncer como el de mama, el de próstata, el de piel o el de hígado.

Los consumidores de café observan mejoras en la memoria a corto plazo y aumento en la eficacia de los analgésicos en el organismo, y contribuye a prevenir enfermedades neurológicas que devienen con la edad, como el alzhéimer o la demencia.

Se sabe recientemente por una investigación llevada a cabo por la Escuela de Salud Pública de Harvard, que tomar café puede reducir el desarrollo de diabetes de tipo 2 en un 35% de los casos. Y de acuerdo a una investigación llevada a cabo en Portugal, el café reduce el riesgo de la enfermedad de Parkinson.

No es cierto que el té y el café tengan propiedades deshidratantes, un consumo promedio de cuatro tazas diarias, no influye negativamente en los procesos en la eliminación de líquidos del cuerpo.

Se ha demostrado que hasta seis tazas al día de café, no tienen ninguna relación con enfermedades del corazón o cáncer.

En el caso del embarazo, sí hay estudios que señalan que un consumo de seis a ocho tazas diarias de café se relaciona directamente con un aumento significativo del riesgo de muerte fetal intrauterina, pero un consumo leve no tiene efecto sobre el embarazo, ni en relación a los abortos espontáneos, o a los nacimientos prematuros.

 

A favor del té:

Al igual que el café, el té puede evitar el desarrollo de la diabetes, pero los estudios evidenciaron mayor influencia en la de tipo 1. Previene además algunos tipos de cáncer como el de pulmón, y previene la osteoporosis.

También al igual que el café, su consumo está asociado con una mayor protección en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson así como con la prevención del Alzheimer.

De acuerdo al tipo de té elegido, los beneficios son diversos. Así por ejemplo, el té blanco reduce el riesgo de obesidad y tiene un alto contenido de antioxidantes, con un buen efecto antienvejecimiento.

El té verde tiene un potencial preventivo del cáncer esofágico cercano al 60% en el caso de las mujeres.

Alrededor de cuatro tazas de té al día ayuda al organismo a reducir la hormona del estrés, con un buen efecto en personas sometidas a muchas tensiones. Los tés negros, verde, blanco y oolong, por su parte contienen sustancias conocidas como flavonoides, de efecto benéfico en la salud cardiaca.

En todo caso, es el consumo moderado la clave para lograr obtener todas las ventajas de estas infusiones, minimizando o evitando sus efectos negativos. Entre 200 y 300 miligramos diarios de cafeína, se consideran una dosis segura. Esta sustancia está presente tanto en el té como en el café. Cabe considerar que el café contiene entre 80 y 185 miligramos de cafeína, mientras que el té sólo entre 15 y 70 miligramos.

El café aporta más energía y de manera más rápida, pero su efecto es menos duradero que aquel que produce el consumo de té.

Si te cuesta decidirte, puedes probar un tipo de infusión a base de hojas de café, que es más saludable que las dos bebidas, menos amargo que el té y no tan fuerte como el café.

Un muro o una puerta: ¿qué eliges?

Tus problemas pueden ser un muro o una puerta y el que sea una cosa o la otra dependerá de algo más que de tu actitud o enfoque personal. 

Admitámoslo, hay veces en que la adversidad nos llega sin avisar y por mucho que lo busquemos, no encontramos ni el ánimo ni la motivación para encararla. 

Es decir, no siempre podemos estar al 200 % ante cada desafío que nos llega. Y eso es normal.

Aunque lo cierto es que como bien decía Albert Einstein, antes de solucionar un problema lo más importante es entenderlo. 

Para algo así se necesita tiempo y claridad mental. Por tanto, algo que debemos entender en primer lugar es que no estamos hechos de algoritmos, cables o subrutinas. 

No somos máquinas, somos personas y sentirnos asustados o impactados por los imprevistos es algo comprensible y habitual.

No obstante, nada es tan importante como comprender cada una de nuestras reacciones y tener además en el bolsillo adecuadas estrategias. 

Nadie llega a este mundo con un manual bajo el brazo con una solución para cada brecha del destino. 

Vivir es improvisar, probar, errar y volver a intentarlo. 

No siempre estamos preparados para afrontar un problema. 

Nadie puede responder ante una situación complicada de manera rápida e instantánea. Por tanto, sentirnos abrumados e incluso asustados al inicio es normal y permisible. 

Forma parte de la adaptación a la realidad. No debemos juzgarnos por sentirnos colapsados en un primer momento.

Debemos darnos tiempo y habituarnos a lo que nos demanda ese problema, esa incertidumbre, ese giro en el camino. 

Lo esencial es lograr un estado mental relajado, es que solo a través de una mente relajada se llevan a cabo las conexiones cerebrales más profundas. Esto se traduce en estrategias de respuesta más innovadoras y creativas.

Todo problema tiene dos salidas: o lo afrontas o lo aceptas. Nos encantaría poder decir aquello de que de todo cruce de caminos se sale o más aún, que toda adversidad tiene su airoso y positivo final. Sin embargo, como bien sabemos, esta regla de tres no siempre se cumple. 

Hay situaciones que no tiene solución y ante las que solo cabe la aceptación.

Hay vivencias de las que no podemos aprender nada porque lo único que esperamos de ellas es que pasen. Aún así, todos estos eventos son situaciones que nos habilitan en el viaje de la vida. Lo importante es tener presente que siempre estamos obligados a responder ante cada situación nueva o inesperada.

Y si bien es cierto que tus problemas pueden ser un muro o una puerta, recuerda que por muy altos que sean los muros, se pueden escalar y sobrepasarlos.





domingo, 23 de mayo de 2021

¿Por qué tengo miedo al cambio?

Detrás del miedo al cambio puede haber otros miedos aún más profundos: miedo a no ser capaces de afrontar la nueva realidad o miedo a no disponer de los recursos para volver a ser felices. También aparecen otras emociones como tristeza por la pérdida o la incertidumbre.

Si quieres entender qué te ocurre y cuál podría ser la causa a tu miedo, te lo contamos a través de 6 posibles explicaciones. 

Cada realidad es un mundo, aunque tras los miedos muchas veces coexisten otros miedos de diversa naturaleza. 

No saber gestionar situaciones nuevas o diferentes 

Una de las posibles causas del miedo al cambio es el miedo a no saber gestionar la nueva situación. En general, aquello que desconocemos o no entendemos nos asusta. Cuando llega un cambio lo hacer acompañado de una nueva realidad. Si sentimos que no disponemos de los recursos suficientes para afrontarlo de forma adecuada, podemos sentir miedo. Muchas veces esto es, en realidad, una falta de confianza en nuestras propias capacidades. 

Implica alguna pérdida

Tras un cambio muchas veces se esconde también una situación de pérdida. Llega una nueva realidad porque la anterior ya no funcionaba o no era la que deseábamos realmente. Esto implica afrontar una pérdida, ya sea de un ser querido, de una ciudad, de una pareja por una ruptura, de un empleo, de una vivienda… Con la pérdida llega el inicio del duelo, un proceso que nos permite digerirla e integrarla y adaptarnos a la nueva realidad.

Miedo a equivocarnos

Otra de las posibles respuestas a la pregunta de por qué tengo miedo al cambio es el miedo a equivocarnos. Un cambio, una nueva etapa, implica una reorganización de la propia realidad o una adaptación a la misma. Esto implica decisiones que no sabemos si serán las “correctas”. Por otro lado, con frecuencia los cambios llegan porque hemos tomado una determinada decisión; aquí aparece también el miedo a que esta decisión no fuera la ideal.

Resistencia a soltar otro camino

Tomar decisiones que cambien nuestra vida implica, muchas veces, soltar otros caminos. Esto, evidentemente, no siempre nos resulta sencillo. La resistencia a soltar esos caminos, esos “podría haber sido de otra forma” o esas expectativas de otra realidad, pueden explicar el por qué tengo miedo al cambio. Esto es algo natural. Además, hay personas menos flexibles a las que los cambios les cuestan más.

Miedo a ser criticados o al rechazo 

También podemos tener miedo a ser criticados por haber tomado una decisión. Otro miedo puede ser el de sentirnos rechazados en ese nuevo camino que tomamos y que nuestros seres queridos no admitan nuestra decisión. Ese miedo al rechazo también se esconde, muchas veces, tras el miedo al cambio. Pero es importante escoger lo que queremos en nuestra vida desde la propia decisión (que conduce a algún lugar), y no desde el miedo, que no conduce a nada.

Sentir que no tenemos el control Finalmente, otra de las posibles explicaciones de por qué tenemos miedo al cambio es la sensación de pérdida de control que aparece muchas veces con él. Llega una nueva realidad, desconocida, que nos asusta y tenemos la sensación de que ya no controlamos la situación. 

En general, nos gusta sentir que “somos dueños de nuestro propio destino” (aunque sea una falsa ilusión). O al menos, que tenemos cierto control. La sensación de que las cosas no dependen de nosotros nos angustia. 

¿Cómo gestionar el miedo al cambio? 

No hay una fórmula mágica para ello y está claro que cada realidad es única. Pero sí existen algunas ideas que te pueden ayudar a la hora de abordar esta nueva situación y este miedo:

- Prepárate mentalmente para la nueva situación y tómate un tiempo para visualizarla.

- Póntelo fácil: pregúntate qué necesitas, a nivel material y emocional. 

- Confía en tus recursos personales y en tus estrategias de afrontamiento.

- Empieza a elaborar el duelo por la pérdida, en caso de existir.

- Permítete sentir el miedo; no le tengas miedo, dialoga con él y trata de encontrarle el sentido. 

- Enfócate en tu nuevo presente.

Y tú, ¿alguna vez has sentido miedo al cambio? ¿Cómo lo has gestionado?  

Los cambios llegarán a nuestra vida siempre y de diferentes maneras. Por ello, es importante tomar conciencia del miedo que podamos sentir y darle su espacio. Es normal que los cambios nos asusten, porque a veces tambalean nuestra realidad, pero intenta encontrar el sentido a esa nueva realidad y a ese camino.