sábado, 19 de diciembre de 2015

Los efectos de la Acidez en la Salud

LA ACIDEZ

La falta de energía, la pérdida del ánimo o las ganas de vivir, son señales que dicen que tenemos el pH desequilibrado. A veces nos duele la cabeza, tenemos el rostro pálido, lo ojos llorosos, o los dientes sensibles y las encías inflamadas, acidez o dolor en el estómago, la orina es fuerte o tenemos algunas molestias que podemos considerar menores.
Quizás sea el momento de cambiar algunos hábitos que afectan nuestro sueño, el ejercicio, el trabajo, la alimentación y las  relaciones personales.
El equilibrio ácido básico no es el único equilibrio necesario para tener  salud, otros equilibrios como el que hay entre la actividad y el descanso, entre el estado de vigilia y el del sueño, el inspirar y el espirar, la sangre venosa y la sangre arterial o el de ingerir alimentos y defecar.
Es peligroso cambiar cualquier equilibrio, la existencia de demasiadas sustancias ácidas o básicas, es delicado para nuestra salud.
Nuestra dieta contiene alimentos ácidos, como proteínas, cereales y azúcares y alimentos base como las frutas y verduras no las comemos en las proporciones adecuadas. Estimulantes como el tabaco, el café, el té y el alcohol los tomamos en exceso y nos  acidifican el cuerpo. También el estrés, las prisas, acidifican el cuerpo causando desajustes y alteraciones metabólicas.
Para que las enzimas trabajen necesitan un entorno de pH adecuado. Estas son necesarias en las evoluciones bioquímicas que pasan en nuestro cuerpo, de las que dependen el buen funcionamiento de los órganos, como el hígado, el riñón, el bazo, etc.
Cuando hay un desequilibrio en el pH, aparecen enfermedades y cuando se pierde este equilibrio, nuestro cuerpo no puede seguir trabajando,  pudiendo llegar a ocasionar la muerte.
La agresividad de los ácidos que tenemos en exceso en los tejidos,  irritan los órganos con los que están en contacto. Causando procesos inflamatorios que a su vez pueden originar dolor, pérdida de la función o lesiones en los tejidos.
En estos procesos intervienen los órganos que separan los ácidos fuertes, como son la piel y los riñones. Muchos de los eccemas , urticarias, pruritos, así como enrojecimientos de la piel, son provocados por la acidez del sudor.
Un ejemplo puede ser cuando la densidad y el pH de la orina se encuentra muy ácida, al momento de orinar se puede presentar dolor, ardor, inflamación; promoviendo padecimientos como uretritis o cistitis que son generalmente problemas de tipo infeccioso.
La agresión ácida a los diferentes tejidos puede provocar en el caso de las articulaciones dolor (artritis), en los nervios (neuritis) y en los intestinos (enteritis, colitis, etc.). Una infección puede fácilmente sobre añadirse a los trastornos ya mencionados, dado que las lesiones de las mucosas, permiten a los microorganismos penetrar fácilmente en los tejidos, ya que generalmente por la acción ácida puede encontrarse disminuida la acción de el sistema inmune, favoreciendo la colonización microbiana o viral.
Toda persona que se acidifica, se desmineraliza, ya que el cuerpo debe ceder minerales para neutralizar los ácidos. Esta desmineralización afecta a cualquier órgano, porque los minerales básicos están en todos los tejidos.
Los problemas más conocidos afectan al sistema músculo esquelético y a los dientes. Los huesos se descalifican, perdiendo su resistencia y  flexibilidad, pudiendo fracturarse más fácilmente,  apareciendo la temida osteoporosis, inflamaciones en las articulaciones, fracturas de los cuerpos vertebrales que pueden causar dolor ciático, en cuanto a los dientes éstos se vuelven frágiles y quebradizos, más sensibles a los cambios de temperatura de los alimentos, surgiendo caries.
La desmineralización también debilita el cabello, facilitando su caída,  las uñas se vuelven frágiles, la piel se reseca o se cuartea, las encías se deforman, se vuelven sensibles y sangran.

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