En los últimos años, diversos estudios científicos señalan que el café – en cantidades moderadas – tiene muchas propiedades benéficas para la salud.
Al mismo tiempo el té, milenaria infusión de Oriente muy popularizada en países occidentales, no es tan inocuo, en especial en grandes cantidades y la variedad de té negro que suele ser la más popular entre nosotros.
Por ello, a la hora de optar por una infusión, son muchos los que se preguntan cuál de las dos es la más saludable.
A favor del café:
Del café se decía que produce efectos negativos como alteraciones en el ritmo cardíaco, manchas en los dientes e incluso que era cancerígeno. Nada de ello se comprobó, en cambio estudios le atribuyen cierta capacidad protectora frente a algunos tipos de cáncer como el de mama, el de próstata, el de piel o el de hígado.
Los consumidores de café observan mejoras en la memoria a corto plazo y aumento en la eficacia de los analgésicos en el organismo, y contribuye a prevenir enfermedades neurológicas que devienen con la edad, como el alzhéimer o la demencia.
Se ha demostrado que hasta seis tazas al día de café, no tienen ninguna relación con enfermedades del corazón o cáncer.
En el caso del embarazo, sí hay estudios que señalan que un consumo de seis a ocho tazas diarias de café se relaciona directamente con un aumento significativo del riesgo de muerte fetal intrauterina, pero un consumo leve no tiene efecto sobre el embarazo, ni en relación a los abortos espontáneos, o a los nacimientos prematuros.
A favor del té:
Al igual que el café, el té puede evitar el desarrollo de la diabetes, pero los estudios evidenciaron mayor influencia en la de tipo 1. Previene además algunos tipos de cáncer como el de pulmón, y previene la osteoporosis.
También al igual que el café, su consumo está asociado con una mayor protección en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson así como con la prevención del Alzheimer.
De acuerdo al tipo de té elegido, los beneficios son diversos. Así por ejemplo, el té blanco reduce el riesgo de obesidad y tiene un alto contenido de antioxidantes, con un buen efecto antienvejecimiento.
En todo caso, es el consumo moderado la clave para lograr obtener todas las ventajas de estas infusiones, minimizando o evitando sus efectos negativos. Entre 200 y 300 miligramos diarios de cafeína, se consideran una dosis segura. Esta sustancia está presente tanto en el té como en el café. Cabe considerar que el café contiene entre 80 y 185 miligramos de cafeína, mientras que el té sólo entre 15 y 70 miligramos.
El café aporta más energía y de manera más rápida, pero su efecto es menos duradero que aquel que produce el consumo de té.
Si te cuesta decidirte, puedes probar un tipo de infusión a base de hojas de café, que es más saludable que las dos bebidas, menos amargo que el té y no tan fuerte como el café.
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