Depurativo, desintoxicante, regenerador
de la flora intestinal y potenciador del sistema inmune.
Éstas son algunas de las cualidades del
suero de leche.
Pero además se le considera una forma
sencilla de limpiar de toxinas nuestro medio interno y de aportar al organismo
nutrientes básicos para el equilibrio metabólico.
Eso sí, siempre que no se sea alérgico a
la lactosa, su principal componente.
El suero de leche es un remedio naturalconocido desde hace siglos que, poco a poco, había ido cayendo en desuso.
Hoy, sin embargo, sus propiedades
terapéuticas han salido del olvido y se ha convertido en un producto muy
apreciado por sus beneficiosos efectos para la salud y por los valiosos
nutrientes que puede aportar a nuestra dieta.
Entre ellos, el carbohidrato lactosa
además de minerales y oligoelementos como el calcio, el potasio o el hierro,
por citar algunos.
Pero el aporte nutricional más
importante del suero de leche son sus proteínas.
De hecho, algunos aminoácidos están en
mayor proporción en el suero de leche que en la propia leche o en los huevos.
¿CÓMO SE OBTIENE?
El suero de leche se obtiene en el
proceso de elaboración del queso cuando a la leche líquida, previamente
pasteurizada, se la añade el cuajo, fermento natural contenido en el estómago
de los rumiantes que posee una enzima que hace coagular la leche.
Se trata de un proceso que se realiza en
tanques especiales a unos 30º C de temperatura y cuyo resultado es una masa
semisólida rica en caseína y grasa que, tras su maduración y secado, se
convertirá en queso.
Pues bien, cuando esa masa semisólida se
retira de las cubas, lo que queda en ellas es el suero de leche: un líquido de
color amarillo verdoso y de sabor ácido pero agradable.
Se trata, por tanto, de la parte que no
se coagula por la adición del cuajo y que permanece en estado líquido.
Una vez separado el suero del resto de
la leche se le somete a distintos tratamientos hasta convertirlo en polvo y
envasarlo para su comercialización.
Se logra así un suero rico en sales
minerales, aminoácidos y nutrientes beneficiosos para el buen funcionamiento
del intestino, el hígado y el riñón, entre otras propiedades terapéuticas.
ALIADO DEL ORGANISMO
Una de las principales ventajas del
consumo de suero de leche es que la lactosa, su principal componente, no se
disocia por completo en la parte superior del tracto gastrointestinal sino que
mantiene sus cualidades nutricionales hasta llegar al intestino delgado y al
colon.
Una vez en el intestino, las bacterias
de la flora intestinal transforman la lactosa en ácido láctico, de propiedades
beneficiosas para el metabolismo.
Por ejemplo, estimula el peristaltismo
intestinal, proceso que permite la contracción de los músculos intestinales
para transportar el alimento y asegurar una correcta eliminación de la materia
fecal.
Además favorece el crecimiento de la
propia flora, lo que implica una mejora del funcionamiento hepático.
Por otro lado, por su acción depurativa,
activa la función renal y favorece la secreción de líquidos y toxinas.
Por eso ayuda a prevenir la artrosis, la
artritis y el reumatismo, consecuencia de una excesiva retención de líquidos en
los tejidos y de la acumulación de toxinas en las articulaciones.
Esta eliminación provoca un mejor estado
de la piel y contribuye a curar eczemas, acné y otras enfermedades
dermatológicas.
Asimismo, al eliminar toxinas del
organismo purifica la sangre y permite que fluya mejor.
Actúa igualmente como suave laxante
natural por lo que está indicado en los casos de atonía intestinal y estreñimiento.
Pero, además, el ácido láctico producido
a partir de la lactosa aumenta la solubilidad del calcio, fósforo, potasio y
magnesio lo que facilita la asimilación de estos minerales por el intestino.
De esa forma pueden ser absorbidos mucho
mejor por la pared intestinal desde donde pasan al torrente sanguíneo y, a
través de la sangre, a su destino final: las células de todo el organismo.
Todo ello hace que se potencie el
sistema inmune y que mejore el estado general.
NO APTO PARA LOS ALÉRGICOS A LA LACTOSA
Eso sí, si es usted uno de los
aproximadamente 4 millones de mexicanos alérgicos a la lactosa debe, por
razones obvias, abstenerse de tomar este suero.
Químicamente la lactosa es un disacárido
compuesto por galactosa y glucosa.
Para poder utilizar este azúcar nuestro
cuerpo se sirve de una enzima denominada lactasa gracias a la cual los azúcares
simples son absorbidos a través de la pared intestinal.
Sin embargo, cuando hay un déficit de
esta enzima la lactosa no se desdobla y, como consecuencia, el intestino no lo
puede absorber.
Actúan entonces las bacterias
intestinales generando su fermentación y provocando flatulencia y diarrea
líquida.
Es lo que se conoce como intolerancia a
la lactosa.
Sus síntomas más frecuentes -que pueden
aparecer nada más ingerir la lactosa o al cabo de un cierto tiempo- son
dolores, espasmos e hinchazón abdominal, diarreas ácidas, estreñimiento,
flatulencias y vómitos.
LA CURA CON SUERO DE LECHE
Es tal la importancia terapéutica que en
otro tiempo tuvo este nutriente que durante el siglo XVIII se crearon en Europa
sanatorios en los que se hacían curas únicamente con suero de leche.
Tales sanatorios fueron desapareciendo
paulatinamente pero aún hoy se considera que estas curas son una forma sencilla
de desintoxicar el organismo, incluso sin modificar la dieta habitual.
En cuanto a las dosis, dependerá de las
características fisiológicas, edad, peso, actividad metabólica, etc., de cada
persona y del tipo de cura que quiera llevar a cabo.
Si opta por una cura intensiva el suero
de leche será el único alimento que pueda ingerir durante 7 días (con un límite
diario de 7 vasos, cada uno de 2 o 3 cucharadas soperas de suero en polvo
disueltas en 250 ml. de agua).
Si prefiere una cura más suave podrá acompañar
el suero con alimentos ligeros y bajos en calorías; en tal caso, debe tomarlo
media hora antes de cada comida.
Otra opción es tomar sólo suero de leche
un día de la semana.
Indicaciones generales
El suero de leche es conocido desde la
antigüedad.
De hecho, existen muchas referencias
históricas de que su aplicación en diferentes enfermedades era habitual y de
que médicos como Hipócrates o Galeno lo utilizaban como tratamiento regular
para sus pacientes.
Hoy la ciencia ha contrastado sus efectos
beneficiosos en el tratamiento de reúma, artritis, artrosis, ciática, gota,
sobrepeso, obesidad, ictus, hipertensión arterial, cistitis, insuficiencia
renal, hiperviscosidad de la sangre, hipercolesterolemia, eczema, acné,
ictericia, cirrosis, hemorroides, trastornos digestivos crónicos, flatulencia,
atonía intestinal, estreñimiento, calambres musculares, fatiga general o falta
de energía.
Los nutrientes del suero de leche
El principal componente del suero de
leche es la lactosa, un hidrato de carbono que le confiere sus propiedades más
importantes.
Se trata de un azúcar fácilmente
asimilable por el organismo y, por ende, una buena fuente de energía.
En contacto con las bacterias de nuestra
flora intestinal se transforma en ácido láctico, muy beneficioso para el
metabolismo.
En cuanto a las proteínas, el suero de
leche aporta dos tipos indispensables para el organismo, consideradas
nutricionalmente de referencia por su contenido equilibrado en aminoácidos: la
lactoglobulina y la lactoalbúmina, cuya presencia en el suero de leche es mayor
que en la leche y en los huevos.
Además, el suero de leche posee
aminoácidos ramificados y potenciadores del sistema inmune que escapan intactos
al proceso de la digestión y, por tanto, son capaces de retener sus valores
específicos hasta ser absorbidos por la pared intestinal y asumidos por el
organismo.
Por otro lado, el contenido en grasa y
colesterol "malo" del suero de leche es mínimo -no más del 0,3% en
suero de leche líquido- lo cual lo hace compatible con muchas de las dietas de
adelgazamiento.
También es relevante el contenido en
minerales y oligoelementos: calcio, potasio, fósforo, magnesio, sodio, zinc,
hierro y cobre. Posee asimismo un elevado contenido en vitaminas B y C.
Suero de leche, obesidad y depresión
Además de aportar a nuestro organismo
nutrientes esenciales el suero de leche ayuda a normalizar el correcto
funcionamiento digestivo.
Asimismo, mejora el metabolismo de las
grasas, limpia la sangre de toxinas y favorece la eliminación de los líquidos
retenidos por su efecto depurativo y laxante.
De ahí que se entienda que puede ayudar
a las personas obesas o con sobrepeso.
Es más, quienes sufren depresión pueden
obtener un beneficio adicional derivado de las propiedades del triplófano que
aporta la lactoalbúmina (una de las proteínas del suero de leche) ya que este
elemento estimula la producción de serotonina (un neurotransmisor deficitario
en cuadros de depresión).
El importante ácido láctico
Este ácido -que se produce en nuestro
intestino a partir de la lactosa del suero de leche- tiene importantes
propiedades beneficiosas para el metabolismo.
Ahora bien, es importante señalar que
existen dos tipos de ácido láctico.
Uno se denomina ácido D (-) láctico y el
otro es el ácido L (+) láctico, que es más fisiológico porque nuestro organismo
posee la enzima necesaria para su catabolismo.
El D (-) hiperacidifica nuestro medio
orgánico por lo que la
Organización Mundial de la Salud recomienda no ingerir más de 100 mg/día de
este tipo de ácido láctico por kilo de peso corporal (es decir, como máximo
6.000 mg para una persona de 60 kilos de peso).
Esta recomendación es casi exigencia en
el caso de los lactantes y niños de corta edad porque la tolerancia al ácido de
su metabolismo es menor y porque todavía no se ha desarrollado completamente su
capacidad de neutralización.
Pero no queremos alarmar: el ácido
láctico que contiene el suero de leche fresco es exclusivamente del tipo L (+)
que, como hemos dicho, es más fisiológico.
Lo malo es que este suero fresco no se
puede conservar durante mucho tiempo ya que cada hora que pasa pierde calidad.
Incluso llega a ser imposible de ingerir
porque, lentamente, se va transformando en ácido D (-) láctico.
Téngalo, pues, en cuenta.
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